Despertó, sumido sin remedio en la oscuridad. A su alrededor un vaho putrefacto como de cuerpos apilados. Palpó con la mano el bolsillo de su camisa, buscando el encendedor. Al encontrarlo, iluminó la estancia para ubicar la salida de aquella estrecha habitación. Miró a uno y otro lado, y con la ayuda de la escasa luz, divisó una puerta de metal oxidada; junto a ella, en lo alto de la pared, un letrero en diferentes lenguas donde difícilmente se leía: “El Último En Salir Del Sueño Apaga El Mundo”.
Javier Córdoba Cuevas.
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