En esta sección de nuestro blog se incluirán, a partir de este momento, todos aquellos textos aprobados por sus méritos, como ejercicios de escritura. Estos ejercicios continuarán con otras formas de expresión literaria: diálogos, etopeyas, monólogos interiores... etc. Raymundo GC.
Ejercicios del Taller
Ejercicios de escritura creativa, realizados como parte de la agenda del Taller de Creación Literaria Coloquio.
EL VICIADO TACTO DE LAS MANOS
Desnuda y desposeída frente al espejo se acariciaba el cuerpo. Mantenía la vista fija en el movimiento de sus manos, contemplando como se diseminaban en círculos y en línea recta, constatando que era el movimiento más placentero que la acompañaba; una vez más, dispuestas a recoger sus vísceras que se sacudían en el suelo como serpientes desatando su furia, buscando el refugio del cual habían sido expulsadas. Aquellas manos impenetrables, se mostraban serenas, al igual que un alma turbia, libres del germen de la moral, habiendo recorrido lo llano y lo profundo, eternamente pervertibles, con el temor de materializarse demasiado, satanizadas hasta la más invisible cicatriz, encontrando tranquilidad en el contacto, sin más que esperar en silencio para desgarrar la sombra del cuerpo, sosteniendo diluvios cada vez menos controlables, saliendo de sus dedos ramas frondosas que esperan a que un pájaro llegue a hacer nido sobre ellas, agitando pantanos propios y ajenos, en los que se sumergen las bestias más repulsivas, evitando las rutas para así perderse, aguardando la humedad para la ocasión, vertiéndose para recogerse a sí misma, llevando enroscada la soledad como anillo de compromiso, esas manos que en el intento por desabrochar los botones del alma, terminan bañadas en sangre, convirtiéndose en un cúmulo de recuerdos ahumados, acuchillando ganas hasta sacarles los más irreconocibles fluidos, buscando golosamente asesinar con cada movimiento, mitigando palpitaciones, queriendo armar lo que está roto, intentando quitar la costra de la miseria humana que en ocasiones llegaba a acompañarla, consolando dudas, amansándolas, removiendo la tierra que cubre los pensamientos, desgastadas por el continuo golpe a las paredes, de meterlas en el fuego sin nada a cambio, despertando la curiosidad de los cuerpos con cada caída, extendiendo los dedos para traspasar la metáfora del tacto, iniciando un acto de fe, un compromiso moral que cada vez es más líquido, susceptible de ser tocado y explorado, haciendo de los dedos un tejido que extrae las venas y humedece la noche, profanando caricias, buscando localizar los invisibles hilos que unen las manos al cuerpo para transformarlo, para descubrirlo, para descubrirse sacando la cabeza por la propia vagina evitando un ligero ahogo, despegarse como la postilla de verdín que se adhiere a la piedra, despellejarse, perder la carne con que se disfraza para sí mismo, triturar ilusiones y cabezas de ángeles, cargar el propio desmoronamiento mientras se espera aquellas manos, dejando de ser una mediocre urgencia para poseerse a sí misma.
Xururuca.
Hay una extensísima tela resguardándome del frio y
arrojándome al infierno de las sensaciones Mi piel morena abrigo tostado
quemado por mis genes que así lo dijeron Mi tela perfectamente ajustada a mi
carne a mis huesos y a su olor a viejo Esos huesos son lo más antiguo de mí
Mundo perfecto ocaso constante de los días que me tiñen alegrías y tristezas Mi
tela que es el lienzo de las caricias y el receptáculo preciso de los golpes de
otra tela que recubre otros huesos que han de golpearme toda por una pasión o
por aberrante odio Esta piel que ostenta miles de bombas repletas de todas las
sensaciones de estar vivo Mi piel que oscurece y se aclara Se eriza si la toca
esa otra tela negra blanca amarilla rosada
las otras telas las otras
bombas ¿el estallido de las
bombas-sensaciones lo has sentido Te ha explotado toda la piel cuando te toca
la piel de otras manos Has ensordecido Cierto? cuando la piel se hace autopista
de caricias y agradeces al universo todos esos accidentes que ocurren para que
puedas envolverte suave en la crueldad de sentir a boca llena La piel esa gran
puerta llena del polvo del camino llena de vellos que te anuncian el temblor subterráneo
que produce un mordisco un aruño un susurro al oído un anhelo un recuerdo o
también el fatal frio de la ausencia de esa otra piel que fascina La fina capa
que revienta el placer restregándose en otro cuerpo envuelto en más piel la
delicada piel del sexo ese otro universo sensorial escondido y vivo mucho más
vivo que la conciencia esa piel delicada suave y húmeda que pare ansiedades con
solo pensarla La piel que se toca a sí
misma La piel que se enferma palidece y se ruboriza La piel que se seca con el trasnocho de la
vida La piel que recuerda y también olvida a otras pieles que le recuerdan y
olvidan con otras caricias de otras pieles acariciables deseables
entrañablemente cálidas o frías La piel que te castiga y te libera La piel del
estigma de la vergüenza de la opulencia de la vanidad y el escondite La piel
cubierta de penas y pereza La piel altiva
escandalo divino siempre ahí aferrada a tu carne La piel y la cicatriz
esa bella marca de los viajes hacia las Ítacas el recado que todo el tiempo grita
que has vivido que el pasado siempre está vivo allí en el reino de los muertos
La piel es una gran mentira y como todas las mentiras es una cuestión meramente
urgente y necesaria Un gran cerrojo callado Una tela elástica que impide que
toda yo me desborde de carnes y me desangre al andar.
Rafaela Vega.
LA TRINIDAD DEL ANILLO
Nidia debió haber pulido con gran
esmero los tres aros de diferentes colores metalizados de la taza del
sanitario. No sé hasta cuándo durarían a ese ritmo de limpieza, probablemente
ya los habría renovado varias veces durante los años que dejé de venir a la
casa. Lo mismo he pensado del juego de comedor, con la mesa rebordeada con los tres
metales diferentes y las sillas, con el sentadero, las patas y hasta los
adornos, también rematados de la misma manera; los marcos de los cuadros
familiares, bueno, decir cuadros es
un error, porque todos los retratos es esta casa están obligados a permanecer
en círculos y óvalos, también tri-metalizados.
Mientras bebo el café que Nidia
me preparó, trato de sentir los tres sabores metálicos en el borde del pocillo
y de palpar la triple suavidad de las aleaciones en el límite del plato que lo
acompaña.
No sé si alguien lo había notado
antes. Yo lo noté cuando detallé en la puerta y sus ornamentos concéntricos,
justo antes que la abriera para recibirme, fría, como lo esperaba. Luego, vi
los cuadros, los retratos, después me percaté de la mesa y las sillas, pedí
prestado el baño y allí seguí encontrando, en cada detalle, los tres anillos de
tres aleaciones con oro, siempre en el mismo orden: amarillo en el borde, blanco
en el centro, cobre en el corazón. Antes de terminar de beber el café, la exigencia
llegó: “Devuélvemelo”, me dijo más fría que nunca. Le respondí que yo no lo
tengo, que lo perdí que lo empeñé y no lo recuperé...
Entonces fue cuando saltó sobre mí,
con una daga más pulida que la taza del sanitario. Ahora sí sentía el sabor del
metal, en el filo, lo saboreaba en mi sangre, pero no sabía de cuál de los tres
oros estaba hecha. Estaba dispuesta a matarme allí mismo y yo estaba dispuesto
a morir. Le pregunté por qué lo quería. “¡Porque es mío!”, contestó y yo que
ella lo perdió cuando me sacó de su vida… La verdad es que salí de su vida con
el mayor cálculo, esperando el momento para regresar.
Luego pasó todo rápido. La
sensación de estar mojado y la certeza de la mancha que será difícil de
limpiar. El hedor de sus vísceras expuestas. El sonido hueco de su cuerpo al
caer.
Pudiera quedarme a vivir aquí y
disfrutar de toda la decoración, pensando que la hizo para mí. Pero no. Ya sin
afán, saco el anillo de un cajoncito secreto que años antes horadé, bajo uno de
los baldosines del mosaico en la pared del mesón de la cocina. Mis ojos se
cortan con el fuego de sus tres aleaciones y me lleno de nostalgia. Ahora dudo si
me lo llevo, como era mi objetivo al llegar aquí o si lo introduzco entre la
mierda de sus vísceras y me voy, para que se funda la trinidad de los metales
en el horno de sus entrañas. Al fin y al cabo, siempre supe que ella lo quería
más que yo. Terminaré el café, lo decidiré luego.
WILLIAM HURTADO GÓMEZ
Cartagena, Mayo de 2012
El Último
Despertó, sumido sin remedio en la oscuridad. A su alrededor un vaho putrefacto como de cuerpos apilados. Palpó con la mano el bolsillo de su camisa, buscando el encendedor. Al encontrarlo, iluminó la estancia para ubicar la salida de aquella estrecha habitación. Miró a uno y otro lado, y con la ayuda de la escasa luz, divisó una puerta de metal oxidada; junto a ella, en lo alto de la pared, un letrero en diferentes lenguas donde difícilmente se leía: “El Último En Salir Del Sueño Apaga El Mundo”.
Javier Córdoba Cuevas.
Microrrelatos de Roberto Luna
- Tal vez a los gusanos, las moscas, y los escarabajos
sí les interese mí destino y así regresar a la tierra.
- Le pedí un ángel al cielo y aparece un loro en el balcón.
sí les interese mí destino y así regresar a la tierra.
- Le pedí un ángel al cielo y aparece un loro en el balcón.
Atavismo
Una fiesta sorpresa –me dijo el abuelo sonriendo y con su mano en mi hombro-. La muerte es una fiesta sorpresa, y tú que aún no aprendes a bailar muchacho. Luego fumó un cigarrillo, terminó su café, y regresó silencioso a su ataúd.
por Javier Córdoba Cuevas.
por Javier Córdoba Cuevas.
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